Noches de Calma...

Huele a tierra mojada y por las ventanas se cuela un soplo de aire frío, pero aquí en mi casa hoy es calma. Me gustan las noches en que puedo encerrarme en mí misma y pensar, pensar en mis historias y en mis propios caminos; tomar conciencia de mis pies, mis manos y mis latidos. Encender 2, 3, hasta 4 cigarrillos y ver el humo que producen en una suave contraluz para dejarme llevar por los sentidos que calmos y vibrantes me trasportan a mi mundo infinito.
Tengo agua, tabaco, flores, una libreta de viajes, una pluma y tu silencio... No necesito nada más para recorrer mis propios planetas poblados de intrépidos personajes que me reciben con los brazos abiertos, porque me esperan, porque hace tiempo no los visito; porque estan ahí inamovibles espectantes para cuando yo quiera parar el tren y de un salto bajar a saludarlos.
Soy en lo que me he convertido a fuerza de seguir y escuchar todas las voces que abundan en mi cabeza, a veces como un grito y otras como un lamento. Llegan y se van y en cada vuelta me invitan a jugar. Yo, tengo que "poner los pies en la tierra" y no siempre puedo hacerles caso, pero en noches calmadas como ésta, entran por la ventana, me sacan de la cama y me recuerdan que, me guste o no, estan aquí, más no para servirse a mis caprchos sino para invitarme a deambular por aquellos pasajes prohibidos en los que "los cuerdos" tienen poco que hacer o decir.
Y así, me visto con mi bello vestido blanco salpicado de estrellas, ese que de verdad es para las ocasiones especiales; calzomis altas zapatillas color madreperla, suelto mi cabello y me dispongo a bailar aquella danza en que que sólo estoy yo, mis recuerdos, mis muñecas, mis ideas y, ahora también tu respiración.
Earween*
Imagen: Silvia Kum
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